La cera chorrea y se lleva colores y escorzos
nos reduce a postal mal fotografiada
escenario en que arden las naves
arde su fuego, arde su humo, arde su agua
la mano de Rubalcaba se desconcierta en la corbata de Monk
la música, drakkar eterno, sobrevive a tanto humo
a sí misma
última, dorada nota de Miles, que es decir lo mismo.
Las máscaras de madera se vuelven de papel
las caras, tallos mal afilados
las fotos, dedos en la ceniza
el mundo, un único sonido
la cera, un múltiple silencio
Quito, una piedra más a Sísifo.
Y se desparrama igual
se sobrevive igual.
“Vámonos a beber lo ya bebido”. Vallejo, creo.
un verdugo, este Vallejo.
Por lo demás, la cera
el silencio.
(Carlos Arboleda López. Quito, Ecuador. 1997.)