Amo y desamo
practico el piano
leo libros, asisto al cine
como un buen ciudadano
como las meretrices
mis efectos no son
las Memorias de Adriano
el morir destinado
a estirpes de esperanza
el vivir condenado
al azar y al fracaso
de la era del espanto
cuento y descuento
repito con la lengua
lo que con anteojos veo
o con un parpadeo
desaparecerá:
los ovnis, el sida
el estilo de vida
de algún rico y famoso
del mendigo y sus piojos
el mendrugo de pan
pecan Eva y Adán
ante los telediarios
no te sientas mal, hermano,
no te quiten de las manos
todo el amor, toda la fe
que otros días envidiamos
mientras tanto me descalzo
me perfumo los sobacos
soy de la noche, soy del candor
de la era del espanto
rompo y corrompo
los deseos de un pueblo:
entrar en el mundial
ganar Miss Universo
jugar a Cenicienta
comprar un coche nuevo
hablar en inglés
cantar en francés
como un extranjero
como un ser ajeno
reír sin desenfados
y llorar sin complejos
ante propios y extraños
canto y decanto
reviso el obituario
con la tonta esperanza
de encontrar el deceso
del sopor, de la ausencia
de la era del espanto.
(Carlos Arboleda López. Quito, Ecuador. 1996.)
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