lo que no puede ver nadie más
fundiéndome en la esencia de tu ser
es la magia de quererte amar
dar vueltas me mareó
el fuego me asustó y los intrusos
cubrieron con la arena del desierto
las ruinas de un amor
por un instante quiero algo desnudo
una piel sin decorar
esa sombra que ayer pudo escapar
de la realidad
no sé si quieras continuar
no sé si puedas resistir
nunca pensé que una promesa de lealtad
iba a robarme la felicidad
por un instante quiero algo desnudo
una flor sin perfumar
ese grito que va mucho más allá
de mi libertad.
(Carlos Arboleda López. Quito, 1990.)
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