jueves, 5 de agosto de 2010

Palabra


Y tengo una palabra que no habita en la punta de la lengua, 

se escurre por cada intersticio de los dientes, 

por cada capilar del cuerpo; 

la persigo, no la alcanzo, me burla, se resiste, 

me le entrego, me repudia, la olvido, me posee; 

una palabra tatuada en mis tejidos, 

inquilina inquisidora de esfenoides y de esteras; 

se refugia en el patio de la infancia, 

en la última euforia, en el primer agobio, 

en la esperanza nonata, 

en el epitafio y la losa, 

en cada miasma, 

en cada prístina intención, 

en cada próxima extensión. 

Navega, la persigo, y es muda y se muda. 

Me ocupa y la ocupo.

Esa palabra es yo mismo y yo soy esa palabra.


(Carlos Arboleda López. Luxemburgo, 1998.)


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