"Una vez muerta la bestia he de volver"
predije el día en que sin saberlo
sostuve hilo y espada en sendas manos
como repitiendo el mito
y como en él, al laberinto dio la puerta
y al despliegue del tiempo como hilo
tantas hebras en la mano
ya sucias de cornisas y tensiones
tantas, como cabellos contados
hebras que esperan el repliegue
el nuevo tiempo que recoja
otro tiempo como hilo
otros pasos —territorios como tiempos
canales a tu puerto, a la patria verdadera—
me entregarán como un ovillo
el día que rindas en mis dedos
un papel madriguera de un poema
que has iniciado borroneando
"una vez muerta la bestia he de volver".
(Carlos Arboleda López. Luxemburgo. 1999.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario