siempre llega a puerto la botella al mar,
momento ganado o momento perdido,
saeta-lanzada-ya-no-vuelve-atrás
hay tantas maneras como hay tantas vidas,
es sólo espejismo ese desesperar,
si cierras la puerta a cada camino
no puedes salir y no dejas entrar
que caiga más lluvia, que sople más viento,
sus siete talentos, pluma y vendaval;
madre del misterio, padre del secreto,
mis brazos abiertos quieren abarcar
“si piel de cebolla, si muñeca rusa,
si cambio de enfoque o estatua de sal,
si puesta en abismo, la vida es lo mismo,
la rueda del tiempo acaba por sanar”
de tierras mestizas y en tiempos mestizos
hay muchos mensajes y hay más de un canal,
que cada señal seas tú que te acercas,
en cada comienzo y en cada final
demiurgo sin sol ni coraza ni brea,
tus siete mareas, jazmín y azahar
que arrojen su lluvia, que arrojen su viento,
que tras la tormenta se vuelve a empezar
limar las aristas, beber de tu aliento,
que tomes del mío un tributo veraz,
que caiga más lluvia, que sople más viento,
siempre llega a tiempo la botella al mar.
(Carlos Arboleda López. Jerez de la Frontera, Granada, Madrid, Barcelona. 2000.)
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